Historia de la diablada Pillareña
Actualmente la “Diablada Pillareña” es una fiesta popular que se lleva a
cabo del 1 al 6 de enero de cada año en el Cantón Píllaro, en donde
grandes comparsas llamadas partidas manifiestan un gran jolgorio frente a
los distintos visitantes que se dan cita para ser testigos del
Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador, declaración dada en el
2009.
Pedro Reino (2006), acerca de esta fiesta popular expone sobre la difusión que tuvo en el contexto etno-cultural nuestro el concepto de libertad e infierno vinculado con el personaje del diablo. Según su investigación realizada en juicios coloniales se identifica la presencia de diablos y matachines (especie de payasos) que fueron insertándose en Tungurahua dentro del contexto del Corpus Cristi, ligado con las influencias del cristianismo.
Posteriormente nacen las fiestas del Inti-Raimi o rituales del solsticio que originó un mestizaje cultural, a esto se suma también las prácticas de las llamadas “octavas” que consisten en la rememoración de un hecho justo a los ocho días de acontecido.
Las “octavas” llegaron a obtener un significado propio debido a que en ellas se realizan rituales teatralizados de la experiencia de vida de la comunidad, por ejemplo: aparecen osos haciendo travesuras, los curiquingues bailando sobre cosechas de maíz, entre otros. Dentro de este contexto aparecen las partidas de diablos, pintados o con máscaras, con la intención de buscar espacios de libertad frente a tanta represión que se daba en la colonia.
En el Cantón Píllaro los diablos se encuentran actualmente llenos de matices diversos los mismos que han sido manifestados en los rituales populares. Esto ha originado que el turismo se incremente y a la vez que se valore como un aporte original en el folclor.
En tiempos pasados las partidas de diablos salían hasta la plazoleta del caserío para tener serios enfrentamientos que develaban a la realidad el infierno, el uso de máscaras..
Pedro Reino (2006), acerca de esta fiesta popular expone sobre la difusión que tuvo en el contexto etno-cultural nuestro el concepto de libertad e infierno vinculado con el personaje del diablo. Según su investigación realizada en juicios coloniales se identifica la presencia de diablos y matachines (especie de payasos) que fueron insertándose en Tungurahua dentro del contexto del Corpus Cristi, ligado con las influencias del cristianismo.
Posteriormente nacen las fiestas del Inti-Raimi o rituales del solsticio que originó un mestizaje cultural, a esto se suma también las prácticas de las llamadas “octavas” que consisten en la rememoración de un hecho justo a los ocho días de acontecido.
Las “octavas” llegaron a obtener un significado propio debido a que en ellas se realizan rituales teatralizados de la experiencia de vida de la comunidad, por ejemplo: aparecen osos haciendo travesuras, los curiquingues bailando sobre cosechas de maíz, entre otros. Dentro de este contexto aparecen las partidas de diablos, pintados o con máscaras, con la intención de buscar espacios de libertad frente a tanta represión que se daba en la colonia.
En el Cantón Píllaro los diablos se encuentran actualmente llenos de matices diversos los mismos que han sido manifestados en los rituales populares. Esto ha originado que el turismo se incremente y a la vez que se valore como un aporte original en el folclor.
En tiempos pasados las partidas de diablos salían hasta la plazoleta del caserío para tener serios enfrentamientos que develaban a la realidad el infierno, el uso de máscaras..
los dias de partidas son:
desde el 1 de enero asta el 6 de enero
desde las 2:30 de la trade empiesa las partidas de diablos
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